La adolescencia es una etapa fundamental en la que los jóvenes empiezan a cuestionarse sus motivaciones y a explorar qué les gusta realmente. Sin embargo, es común que los contenidos académicos no siempre coincidan con sus intereses, lo que puede generar una desconexión con los estudios. Exploramos el tema de la desmotivación escolar de la mano de Queralt Amade, psicóloga del proyecto Singulars del Certificado de Profesionalidad de Actividades de Gestión administrativa en el Centro de Formació Miró de Barcelona.
“Si no sabes qué quieres hacer el día de mañana, no les ves ningún provecho a lo que estás estudiando”, explica la psicóloga, ejemplificándolo con la clásica pregunta de “¿Para qué quiero estudiar historia si no sé si me servirá en el futuro?”.
La falta de motivación: ¿Cómo identificarla?
Cuando un estudiante está desmotivado, esto a menudo se refleja en su rendimiento académico. Las calificaciones pueden bajar, y el esfuerzo y las ganas de estudiar disminuyen. En algunos casos, el adolescente puede mostrar desinterés general por las actividades escolares, lo que puede ser una señal de alerta tanto para los padres como para los profesores. “Aquí hay algo que no está funcionando”, advierte Queralt, destacando la importancia de ir más allá del típico reproche de “no hace nada”.
Los principales síntomas de la desmotivación escolar incluyen un bajo rendimiento académico, la falta de participación en actividades escolares, el desinterés general e incluso el aislamiento o la apatía.
El rol de los padres: Acompañar sin imponer
Es fundamental que los padres apoyen a sus hijos en esta etapa, pero es importante no hacerles sentir juzgados. Escucharles, entenderles y evitar comentarios que los hagan sentirse mal por no estudiar es clave para mantener una comunicación efectiva y constructiva. El acompañamiento desde casa debe ser desde la comprensión y el apoyo, no desde la imposición. La presión o las críticas “solo contribuyen a desmotivarles más”, remarca Queralt.
Evitar la desmotivación escolar en las aulas: Individualización y Apoyo
En cuanto qué puede hacerse desde las aulas, hay que tener presente que cada alumno es diferente. “Algunos estudian poco y logran buenos resultados, mientras que otros se esfuerzan mucho y no obtienen las calificaciones que esperan”, relata la psicóloga, recomendando a los profesores que adapten su acompañamiento a las necesidades individuales. Evitar las comparaciones entre estudiantes es crucial, asegura Queralt, ya que los comentarios despectivos, aunque sean involuntarios, “pueden generar un impacto negativo, especialmente en la adolescencia, cuando los jóvenes están formando su identidad”.
La psicóloga también explica que es importante también que los profesores valoren los resultados en función del esfuerzo y las capacidades de cada estudiante, no únicamente según los estándares académicos establecidos.
El entorno social y la desmotivación: ¿Aliado o Enemigo?
“El entorno social tiene un papel muy importante”, afirma Queralt, matizando que “puede ejercer tanto una influencia positiva como negativa” en la motivación de un estudiante. Y es que un grupo de amigos que fomente la superación personal puede ayudar a contrarrestar la desmotivación.
Por otro lado, la familia, aunque en esta etapa pueda parecer que “pasa a un segundo plano”, sigue siendo un pilar importante. Los comentarios de los padres y su apoyo tienen un impacto directo en la vida académica de los estudiantes.
Salud mental, desmotivación y rendimiento académico
La salud mental es otro factor determinante en la motivación y, por lo tanto, en el rendimiento académico. “Si un adolescente está lidiando con ansiedad, depresión o estrés, su energía se centrará en gestionar estas emociones, dejando en segundo plano el estudio”, avisa Queralt.
Por ello, es importante abordar los problemas de salud mental con sensibilidad y apoyo, brindando a los jóvenes las herramientas necesarias para afrontar las dificultades.
Decidir el futuro: ¿Qué estudiar?
Un dilema común en esta etapa es la elección entre estudiar lo que uno quiere y lo que tiene más salidas laborales. Lo más recomendable, según nos explica Queralt, es analizar los pros y los contras de cada opción y tomar la decisión con claridad. “Es importante tener claro que no todo el mundo sigue el mismo camino”, apunta.
“Hasta la ESO hay un camino muy marcado y cuando la acabas tienes diferentes caminos para escoger. Allí sí que puede surgir cierta presión porque tienes que elegir y puede parecer que uno es mejor que otro, pero yo diría que todos los caminos son buenos, no hay dos iguales”, continúa.
De la misma manera, al acabar bachillerato hay gente que durante un año apuesta por estudiar idiomas o vivir en otro país, otro empezará una carrera y luego se cambiará. “Relacionado con todo esto, es importante remarcar que no pasa nada por equivocarse. Es sano equivocarse y darse cuenta de que tal vez no es lo que querías. No significa que no tengas tantas oportunidades, sino al contrario”, concluye Queralt.
En definitiva, la desmotivación escolar en la adolescencia es un desafío multifacético que requiere un enfoque personalizado, tanto en el entorno familiar como en el escolar. El seguimiento individualizado y el apoyo emocional son claves para que los estudiantes no pierdan la motivación y sean capaces de afrontar con ganas los retos de la vida académica.